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Hagamos juntos que nuestra democracia florezca

marzo 4, 2010

Encuentro nacional de organizaciones ciudadanas.

 Igualdad

La descripción que hace  Orwell (dentro de 1984,  en el libro subversivo de Goldstein) sobre funcionamiento de los totalitarismos,   nos ayuda a comprender lo que pasaba en nuestra sociedad cuando no existía la democracia en el país. El PRI era una analogía de Ingsoc. Y México de Oceanía.

En tiempos de la hegemonía de un solo partido,  la aristocracia  de nuestra sociedad se componía por: burócratas, organizadores sindicales o gremiales, periodistas,  políticos profesionales, y plutócratas ligados a las empresas colectivistas monopólicas del estado. Dentro de  la democracia esos grupos, de forma natural,  se han empeñado  en extender sus privilegios oligarcas. 

Ahora, el ensanchamiento de las libertades dimanado del nuevo régimen de gobierno ha dado lugar al surgimiento de grupos ciudadanos que bien pueden optar por intentar hacerse de esos privilegios insanos, o por instaurar un nuevo orden meritocrático, republicano y liberal.

Actuando por impronta,  desde nuestras prácticas  no democráticas arraigadas  no hemos logrado, hasta el momento, trascender  a esos usos y costumbres para  evolucionar como sociedad.

Hay que estar claros, reproduciendo las fórmulas del pasado no podremos aspirar a resultados distintos ni a construirnos una mejor sociedad. El quítate tú (la “partidocracia”), para ponerme yo (la supuesta ciudadanía virtuosa),  no alcanza para forjarnos un mejor futuro.

El arreglo de convivencia (en muchos casos: connivencia) social que antes teníamos se basaba en la desigualdad. Un esquema de jerarquías que daba posición a los mexicanos según la cercanía que tuvieran con el partido único en el poder y con la camarilla en turno del sexenio.

Propugnar ahora por el establecimiento espurio de jerarquías ciudadanas implica el  atropello de los derechos de terceros que no encajen con nuestras ideas o estándares.

No hay un distintivo que le pueda ni deba otorgar más derechos a unos ciudadanos que a otros. No hay nacidos con espuelas, ni con sillas de montar. Tampoco ciudadanos puros o bastardos.

Un México democrático es uno sin jerarquías. Donde todos tienen derecho a expresarse y a asociarse. No obstante tengan una opinión distinta o contraria a la nuestra. Incluso en el caso de que lo que propongan nos parezca aberrante o absurdo. Y ninguno tenemos el derecho de discriminar a otros ya sea por: su pasado, su filiación, su género, raza, condición económica, o grado de preparación.

Un encuentro nacional de organizaciones requerirá de la humildad suficiente para reconocer la realidad de que todos somos iguales. Y que tenemos los mismos derechos.

Es con este entendido que me propongo en colaborar en la facilitación de un encuentro en donde todos tengan cabida.

Por tanto me parece lo mejor establecer una convocatoria abierta que de cabida a los distintos grupos activistas, a las sociedades de alumnos y a miembros de nuestra clase política. Y a todos aquellos con una propuesta de cambio para la construcción de una sociedad más justa.

La casa de la democracia es aquella en donde existe lugar para todos.

Libertad

Que las personas y grupos busquen el poder para implantar sus ideas es natural. Y legítimo.
En lo que se equivocan, y por ello fallan, los neopolíticos surgidos de los grupos ciudadanos es que alucinan que pueden cooptar la voluntad de sus agremiados. Pues no caen en la cuenta que para operar a cabalidad el corporativismo dependía de un sistema que ya no prevalece. Sus cuentas alegres de clientelas son un engaño principalmente para sí mismos.

El encuentro nacional de organizaciones ciudadanas daría oportunidad para darse a conocer, de difundir su mensaje y tratar de ganar adeptos para su causa abiertamente. Interpelando a otros ciudadanos que en libertad podrán ser persuadidos, o no, de sumárseles. También sería ocasión para escuchar lo que los demás  tengan que decir, incluidas por supuesto las críticas.

Mi interés en promover este encuentro es para que todos los interesados se muestren a sí mismo y a sus ideas. Y que quienes los escuchen (los) juzguen por su cuenta. Al final, en democracia, toda intentona de hacerse de poder, deberá pasar por el escrutinio de la opinión pública y el ejercicio electoral.

El punto es que si creen que sus ideas son tan buenas y convenientes pues que las expongan, compartan y confronten con otras, y a ver qué resulta. Encarando a una sociedad abierta.

Que los concurrentes hablen y decidan en libertad. Y que las ideas y el respeto entre unos y otros sea el que prevalezca. Así,  lo que acontezca dejará irremediablemente ganancias y logros. Escucharnos y dialogar sólo podría enriquecernos.

Que cada quien asuma la responsabilidad de lo que tenga que decir y sus reacciones frente a lo que se expone.

Fraternidad

Los planteamientos,  bienintencionados la mayoría, de conformar una unidad nacional o el establecimiento de una legitimidad ciudadana de los actos de gobierno a través de una democracia directa a ultranza. Son premisas totalitarias, colectivistas y comunistas, que históricamente,  cuando han llegado a darse,  desfavorecen a los individuos y dan pie a dictaduras o simulaciones democráticas. Las ortodoxias nacionalistas son opresivas. Provengan de donde provengan.

Los mexicanos, los seres humanos, no pensamos igual. Tenemos intereses y pareceres diversos. Somos distintos,  y aspirar a que todos estemos de acuerdo o unidos como algo indispensable para poder lograr un cambio de verdad, es esperar lo imposible. Esta postura esconde el axioma: O están de acuerdo con lo que propongo, o México no tendrá futuro. Yo y mis ideas, o el abismo.

Hay muchos ciudadanos y agrupaciones con buenas ideas y con propuestas valiosas. Con algunas estaremos de acuerdo y con otras no tanto. Serán posibles algunos consensos y en muchos casos será virtualmente imposible concordar. Lo cual es bueno, pues es un signo inequívoco de que somos  sociedad libre donde no tienen cabida los totalitarismos ideológicos. Un encuentro abrirá la puerta a la posibilidad de establecer alianzas entre quienes se identifican fortaleciendo la propagación e implantación democrática de sus ideas. 

Vamos pues a encontrarnos, a conocernos y a escucharnos con respeto. Pues el que seamos y pensemos diferente no nos hace menos, ni más mexicanos ni a unos ni a otros. Vamos a darnos la oportunidad de convivir siendo abiertos, incluyentes y propositivos.  Y hagamos juntos que nuestra democracia florezca.

Gabriel Glz.

<b>Cubanos  libres YA</b>

La indiferencia de nosotros los mexicanos y de nuestros medios de comunicación respecto a la muerte del preso político Orlando Zapata, en contraposición al interés suscitado por el incidente del “comes  y te vas”. Nos retrata como una sociedad idiota, superficial e insensible. Nuestro silencio nos hace cómplices de asesinato.

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